Conviene desmentir algunos de los mitos que existen en nuestra sociedad sobre exceso de peso.

El gordito feliz: no existe una personalidad única que pueda definir a las personas con sobrepeso, hay tantos temperamentos como niños gorditos. Aunque algunos respondan a la concepción tradicional de regordetes extrovertidos, sociables y productivos, la realidad es que debajo de esa máscara de felicidad se pueden esconder sentimientos  de inferioridad, pasividad, sumisión y necesidad de cariño.

El gordito sano: la creencia de que el aumento de peso es saludable es falsa. Ese aspecto sano, casi imperceptible- mente va dejando paso a un semblante “regordete” y final- mente “francamente obeso”, con los importantes problemas vinculados al sobrepeso.
El gordito de adelgaza con el estirón: nada tan alejado de la realidad. Cuando la obesidad se inicia entre los seis meses y los siete años de vida, el porcentaje de los que seguirán así de adultos es del 40%, mientras que cuando se inicia entre los 10 y los 13 años, las probabilidades son del 70-80%. Por eso no representa ninguna ventaja y sí muchos inconvenientes esperar a que el niño gordito llegue a la edad adulta para tratarlo.
Los niños deben comer mucho para crecer: aunque es cierto que durante el crecimiento se necesita una cantidad extra de calorías, la energía que realmente se dedica a medrar es muy poca, apenas un 10 a un 20% más. Todo lo que se añada no servirá para crecer a lo alto, sino a lo ancho, en forma de exceso de grasa.
!Es que ha salida a su madre/padre! !Que le vamos a hacer! Para contestar a esa afirmación, son muchos los estudios que se han realizado y, aunque verdadera- mente resulta difícil interpretar sus resultados, se calcula que el factor genético es solo responsable del 25% del peso, y los condicionantes externos, del otro 75%. Lo que ocurre más bien es que se adquieren una serie de costumbres de nuestros progenitores.