Todas las formas de actuar como madre o padre, pueden ser coherentes con estos principios, y así aumentar la autovaloración de tu hijo.
1. Debes ser modelo de respeto por ti mismo.
Un niño debe estar convencido de que sus padres se consideran seres humanos respetables. Si quieres que tu hijo se respete a sí mismo, dale el ejemplo de una persona que lo hace, y jamás reniegues de esa postura. No tienes que exigir a un niño que te respete; demuestra que piensas en ti de esa manera y que, por o tanto, no harás caso de su comportamiento irrespetuoso. Una vez que comience a dar ejemplos de una persona que tiene un gran amor propio y un enorme respeto por sí misma, advertirás un cambio importante en la imagen que tus hijos tienen de sí mismos. Cuando los niños reciben un ejemplo claro, les resulta más fácil incorporar en su vida un comportamiento que se basa en el amor propio.
2. Trata a cada niño como a un individuo único.
Respetar la condición única de un niño va más allá de evitar comparaciones. Es la aceptación genuina de esa persona como creación única que tiene dentro de sí un potencial ilimitado para llegar a ser cualquier cosa que decida a lo largo de su vida. Significa respetarlo como ser humano completo ahora, y tener presente en todo momento sus atributos únicos.
3. Un niño no es solo lo que hace.
Un niño que fracasa no es un fracasado; sencillamente ha actuado de un modo que le ha dado la oportunidad de crecer. Puedes enseñarle a tu hijo a crecer y aprender de sus errores, y a no temer nunca al fracaso, en la medida en que entienda que su valor no proviene de lo bien que se desempeñe cierto día en determinada tarea. Eres valioso porque existes. “Soy una persona que hace; no soy lo que hago”.
4. Dales oportunidades de ser responsables y de que tomen decisiones.
Los niños necesitan asumir responsabilidades, y no que sus padres las asuman por ellos. Necesitan sentirse importantes, exponerse a riesgos, correr nuevas aventuras y saber que confías en ellos, no tanto en que hagan algo sin equivocare, sino simplemente que se atrevan a hacer el esfuerzo. Ejemplo de acciones: elegir su propia ropa, ser responsables sin ponerse en peligro,…
5. Enséñales a disfrutar de la vida todos los días.
Los niños que viven en un medio ambiente positivo aprenden a ser positivos con respecto a sí mismos. Para cultivar el amor propio es esencial proporcionar a los niños una vía positiva de acceso a la vida como manera de pensar. Muéstrales con tu propio ejemplo que estás agradecido de encontrarte vivo. Por ejemplo: tener que fregar los platos es un momento ideal para sentirse agradecido de tener comida. Hay algo positivo de lo que uno puede darse cuenta en todas las situaciones de la vida.
6. Elogia en lugar de criticar.
Los niños a quienes se critica aprenden a hacer lo mismo consigo mismos. El elogio es una herramienta maravillosa en todo el proceso educativo. A veces los padres creen con frecuencia que están ayudando a sus hijos cuando los reprenden constantemente, suponiendo que crecerán teniendo en cuenta sus advertencias. Nos podemos preguntar: ¿Me gusta que me corrijan? ¿Mejoro cuando me critican constantemente? Elógialo por intentar una tarea, aunque no le salga bien, y por correr riesgos. Crea un ámbito donde tus hijos sepan que estás con ellos en sus esfuerzos, en lugar de criticarlos, y habrás dado un paso para la formación de una imagen positiva de sí mismos.
7. Llegamos a ser lo que pensamos. Nuestro pensamiento determina nuestra propia imagen, que a su vez determina nuestros sentimientos y nuestra forma de comportarnos.
Que los niños piensen en sí mismos de manera positiva es algo que las personas adultas pueden modelar. Sus pensamientos determinarán cómo será su existencia. Si esos pensamientos son negativos y pesimistas, su imagen reflejará ese pesimismo. Es muy importante buscar comportamientos y actitudes que les ayuden a considerarse de la manera más positiva y satisfactoria inimaginable.
Fuente: “La felicidad de nuestros hijos”. Wayne W. Dyer.