No sólo es necesario comer bien para crecer fuerte y sano, sino que hay que comer bien para pensar mejor. En 2007, la fundación británica Food for the Brain hizo público un estudio piloto sobre la relación entre el rendimiento escolar de los niños y el llevar una alimentación sana y equilibrada.
Este trabajo se llevó a cabo en una escuela de bajo rendimiento del Reino Unido y, en él, participaron alumnos, padres y profesorado que, después de 8 meses de investigación, percibieron mejoras significativas en el comportamiento, la concentración y el aprendizaje gracias a la combinación entre una dieta sana, ejercicio físico y mejoras en la calidad de la enseñanza.
El gran salto adelante que ha llevado a considerar reales los beneficios del Omega 3 sobre el desarrollo cognitivo de los niños lo dio el estudio Oxford Durham, realizado en el Reino Unido y publicado en 2005 en la revista especializada “Pediatrics”. Este estudio reveló que durante tres meses se trato con Omega 3 a 116 niños con problemas de aprendizaje de mayor o menor importancia. A parte de ellos se les suministraron seis cápsulas de Omega 3 al día (dos en el desayuno, dos en la comida y dos en la cena) y a otros se les aplicó un placebo. Los resultados vinieron a confirmar que, al cabo del tiempo, mejoraron las aptitudes de los niños que habían tomado el ácido graso. Su capacidad de concentración y aprendizaje, sus relaciones sociales y su impulsividad o tendencia a la violencia fueron mejorando notablemente. Las conclusiones de este estudio, realizado por A. J. Richardson y P. Montgomery, aseguraban que “un suplemento adicional de acidos grados puede ofrecer una opción para un tratamiento seguro y eficaz para los problemas de educación y de comportamiento en los niños con TDAH”.
Alimentos ricos en omega 3
· Pescado: Pescados azules.
· Frutas secas: nueces, avellanas, almendras, maní o cacahuete.
· Semillas: girasol, sésamo, linaza.
· Aceites: linaza, oliva, soya, germen de trigo, canola, sésamo.
· Alimentos enriquecidos con omega 3: